miércoles, 23 de junio de 2010

Ciclo destino


Interferencias de Iruya 18/01/10


El sol cubrió sus manos y embolso dentro de ellas un poco de trigo que puso sobre la tierra. La nube paso alto en la montaña; mostrando el compañerismo con el hombre que caminaba casi jadeando hasta su casa por el árido sendero.


Antes de la llegada, una serpiente se cruzó en su camino; se levanto sobre sí misma unos cuantos centímetros, casi a la altura de las rodillas del hombre. Él como sabiendo su destino se desahogo con un suspiro y dirigió unas palabras “solo te pido criatura que mando este sol, a detener mi camino entre los vivos, que le susurres que en mi tierra, mí gente necesita de sus lágrimas para que dé frutos esta cosecha. Y que de ella salga el niño que sobreviva la tormenta, que sea de barro y crezca fuerte como el roble; en el medio de los animales como vos, que guiaran sus pasos en esta tierra”.


La serpiente atenta al ruego observó al hombre a los ojos y sin decir ni una palabra le propino una mordida en el muslo izquierdo de su pierna. Se sacudió del dolor, luego se tumbo, y poco a poco con ayuda del sol, el veneno fue recorriendo por sus venas, y el oxígeno fue disminuyendo en los pulmones y fue quedando duro como una piedra. Nadie a alrededor, nadie a kilómetros, pero por suerte se nubló, alguien no se pudo contener y desde ese día…no para de llover.


Jon. Kre

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